lunes, 29 de octubre de 2012

El control de esfínteres entre los 2-3 años


Si tuviera que dar una definición sobre esta etapa del niño, diría que:
El control de esfínteres es el periodo de tiempo durante el cual el niño/-a entre los 2 y 3 años aproximadamente, adquiere una serie de aprendizajes, hábitos y autonomía, con los que, a la par de su madurez fisiológica, le servirán para empezar a controlar conscientemente sus esfínteres.
Con esta definición se mencionan varios puntos clave: aprendizaje, hábitos, autonomía y madurez fisiológica. El control de esfínteres no aparece un día o semana clave donde el niño o nosotros decidimos que ya es mayor y basta con sentarlo en el váter para que ocurra. Debería haber un aprendizaje y una preparación previa.  Pero ¿cuándo es el mejor momento para empezar?. Nadie mejor que sus padres para conocer cuándo su hijo está preparado para empezar a probar la experiencia. Y recalco: empezar a probar la experiencia.

Los padres sufren mucha presión, por parte de familia, pediatras, expertos en el tema, amigos con hijos que ya lo han conseguido, incluso prematuramente, el paso al colegio…para que sus hijos dejen atrás el pañal. Es difícil ignorar tal cantidad de experiencias e información y pararse a observar a su hijo y preguntarse si realmente está preparado para ello.



Póngase por un instante en la mente de su hijo de 2 años, quizá aún despreocupado por este tema, quizá algo consciente de lo que se “cuece” en su pañal, e imagine que debe pasar de conservar algo que desde siempre ha sido suyo y ha mantenido junto a su cuerpo, la caca, a sentarse encima de un agujero (frío, demasiado grande, por el que se puede caer, con agua que salpica) y dejar que eso tan suyo caiga, por ese agujero y se desprenda , se separe para siempre sin saber a donde va. A todo eso, añádale la complicada tarea de dejar de lado los juegos y cosas maravillosas por descubrir (desviar su aún inmadura atención) para empezar a darse cuenta de que nota algo que quiere salir y que cuando esa sensación ocurre, debemos avisar a papá o a mamá, empezar a aprender a bajarnos los pantalones, quitarnos el pañal, o bajar la  ropa interior, subirnos al váter (poner el adaptador y el escalón para subir)… Y cuándo ha ocurrido, eso sí, viene lo mejor ¡tirar de la cadena!, ¡ese fascinante botón que hace salir un chorro de agua que se lo lleva todo!, ¡que divertido es darle una y otra vez!. Pero a papá y a mamá no parece hacerle tanta gracia… ¿Y que hay del papel del váter?. También es tan divertido estirar y estirar…. Pero no, no sirve para eso. Habrá que empezar a practicar eso de limpiarse, aunque la perfección llega con mucha, mucha práctica y para eso hay tiempo.

Como vemos, no es solo cuestión de quitar el pañal un día y empezar a sentar al niño en el váter. Como decía, saber cuál es el mejor momento para empezar es cuestión de observar a su hijo. Lo primero de todo es que el niño esté llegando a cierta madurez fisiológica, es decir que el sistema nervioso del niño ya esté madurando para “conectar” la sensación de bufeta o colon lleno con la parte del cerebro donde se haya la conciencia.
Será inútil, por tanto, que aunque un niño tenga los 2 años, pero no esta madurez fisiológica, intentemos que tome conciencia de su pipi o caca antes de hacérsela encima.

También tendremos en cuenta que puede existir una madurez fisiológica pero emocionalmente el niño no está preparado. Por ejemplo, el nacimiento de un hermano, un cambio de casa, el inicio de la escuela, algún problema o tensión familiar, ansiedades por parte de la madre o padre, estilo educativo, miedos y bloqueos, etc…

¿Cómo saber si ha llegado a esta madurez?. A veces, los propios niños muestran interés por el váter o simple curiosidad por ver que hacen papá y mamá, algún hermano. Aprovechemos esos momentos para averiguar si empieza  a estar preparado e introduzcamos el tema y la experiencia como un juego y siempre con refuerzo verbal positivo. Nunca obligar a sentarse o acercarse a un niño que presenta miedo al váter. Si esto persiste, intentar con el orinal.
Es cuestión de gustos, empezar directamente con el váter o con el orinal. Si quiere saber mi opinión, yo prefiero el váter desde el principio aunque también he utilizado el orinal en casos de niños que se niegan en rotundo a subirse al váter.

Una cosa ha de quedar clara, todo el aprendizaje previo, se hará cuando el niño aún lleva el pañal. En ningún caso recomiendo quitar el pañal de un día para otro, sin haber hecho un aprendizaje previo. Más adelante explicaré los motivos.

Como decía, podemos enseñarle el váter, ver cómo funcionan las tapas, qué hay en el agujero, para que sirve el botón, el papel. En definitiva, explicarle al niño, con un lenguaje apropiado para su edad, para qué sirve. A los 2 años, los niños entienden perfectamente órdenes y reglas sencillas (No se tiran los juguetes al váter, no tires más veces de la cadena, no cojas más papel, etc…). Es importante que aunque se introduzca como un juego, como toda experiencia, hay unas normas y reglas que se han de aprender y cumplir (poco a poco). Y por tanto hemos de explicárselas al niño, las veces que haga falta y mejor antes de que ocurra (no como advertencia, sino como explicación). Si vuelve a cometer un error, explicarlo otra vez. En general, en cualquier aprendizaje del niño de estas edades, debemos explicar previamente, con un lenguaje apropiado, qué va a ocurrir, qué esperamos de él y que ocurrirá si lo hace bien (por ejemplo: ahora vamos a comprar el pan pero sin cochecito. Vamos andando y cogidos de la mano, ¿cómo me coges de la mano?, ¡muy bien!).

Todo debe girar en un entorno de juego y momento sin tensiones, ni presiones. Es muy útil ir utilizando cuentos ilustrados donde muestran una historia sobre dejar el pañal. También jugar con las muñecas y mostrarle el proceso y dejar que lo ponga en práctica.
Pensemos que cualquier experiencia negativa en el contexto del váter puede ser suficiente para negarse o cortar un proceso de control de esfínteres.

Puede que el niño muestre un interés directo y nos ahorremos las explicaciones. En cualquier caso, sentar al niño de manera que se sienta muy seguro, cogiéndolo en todo momento y poco a poco enseñándole cómo ha de agarrarse para que no se caiga. Siempre estaremos con él, con una sonrisa y felicitándole por sus grandes logros. Porque eso son realmente.
Mientras esté sentado podemos ir hablándole sobre el pipi o la caca (¿sale el pipi?, ¿cómo aprietas tú?...), gesticulamos  como se aprieta. Esperamos un tiempo prudencial (ni 2 minutos, ni 10). Muchos niños se sientan y se levantan directamente. No obliguemos pero expliquémosle que debemos esperar un poquito a ver si sale.

Lo más probable es que el pipi (que suele ser lo primero que se controla) no salga. De hecho puede pasar un tiempo hasta que, repitiendo este “juego”, salga de manera accidental (aunque sean 2 gotitas). Será el momento para la gran FIESTA: abrazos, besos, felicitaciones, avisar a papa para que venga a verlo. Evitar compensarlo de manera material. A esta edad el cariño y los besos son los mejores regalos y la manera más directa y espontánea de felicitarlo y recordarle lo maravilloso que es y lo mucho que le queremos.
Hasta que las “2 gotitas caigan” pueden pasar días o semanas, incluso algún mes. Puede que hayamos empezado algo pronto, pero no se puede desaprovechar el interés del niño. Hay niños que aprenden el ritual, incluso lo hacen todo solitos y no cae ni una gota. Insistamos con el refuerzo positivo y sirve de mucha ayuda que pueda sentarse con otros niños (como en el cole) y vean los pipis y la cacas de los demás y lo que ocurre cuando eso pasa. Algún día ocurrirá, eso seguro!.

Mientras se siga sentando sin que salga pipi, ahí estaremos felicitándole y animándole. Al acabar, ayudarle a bajar y volver a ponerle el pañal.
Poco a poco iremos incrementado las visitas al váter. Podemos paralelamente ir introduciendo el tema de la caca. Es muy útil para el niño, cuando se ha hecho caca en el pañal, junto a él, tirar la caca al váter. Él tirará de la cadena y empezará a comprender donde debe ir la caca.
Aprovechemos si identificamos los momentos en que el niño va a hacer caca o está poniendo cara de apretar. Sin obligarle, le preguntamos si está haciendo caca y si vamos a hacerla al váter. Es probable que al llegar ya haya salido, tirarla al váter y felicitarlo. Si está saliendo, ayudamos al niño o lo sentamos en el váter y si aún no ha salido, le damos más tiempo que con el pipi. Imitamos que se aprieta para que salga.

El control de la caca es más difícil y en la mayoría de ocasiones el pañal ya se ha quitado cuando aún no se ha acabado de controlar la caca. No recomiendo mantener el pañal demasiado tiempo si el niño ya controla perfectamente el pipi desde hace meses y  la caca no. Nos quedará la ardua tarea de limpiar cacas en ropa interior y pantalones.

Si el control de pipi y caca parece que van a la par, recomiendo esperar a que empiece a controlarlos (y digo empiece), para quitar el pañal. No hay que esperar al control perfecto para retirar el pañal. Seamos conscientes de que se trata de un aprendizaje con ensayos y errores y que por lo tanto durante un tiempo limpiaremos pipis y cacas en la ropa interior.

Puede ser muy frustraste para el niño, que empiecen a pasar los meses sin pañal y no consigue controlar la caca. Muchos meses haciéndose la caca encima no es demasiado bueno para la autoestima del niño. Tarde o temprano acaba captando nuestras muestras de desagrado, fastidio y enfado, si esta situación se alarga mucho.

Si decidimos aún así, esperar a que lo consiga, debemos evitar malas caras y enfado, aunque evidentemente no le haremos fiesta ni felicitaciones cuando se haga la caca encima. La limpiaremos y le explicaremos cómo debe hacerlo (vamos al váter, se sienta, se tira la caca si se puede, se tira de la cadena, etc… y felicitarle por estas acciones concretas). Si es un niño muy maduro, nos puede ayudar en todo el proceso de limpiar (le damos toallitas si ha manchado el suelo, le damos una bolsa para meter la ropa manchada, o que nos ayude a limpiarse él mismo. Siempre sin obligarle, invitándole y recordándole qué lo está haciendo bien). No se trata de un castigo sino de ver que ocurre cuando la caca se hace encima, se mancha y hay que limpiarla, eso es todo.

Si decidimos volver a ponerle el pañal (esto solo lo recomiendo en casos de muchos meses haciéndose la caca encima), lo haremos con convicción y sin duda. Existen muchas presiones sobre que nunca debe volverse atrás en estos casos y volver a poner el pañal. Pero, cuando ya está en juego la autoestima del propio niño, hay que valorar que es mejor para él. No dejar que las presiones y las opiniones de otros nos afecten y nos invada la ansiedad, porque el niño lo capta todo de una manera u otra. Si lo está pasando mal, es mejor volver al pañal. Tarde o temprano lo conseguirá. Si el niño se niega en rotundo a ponerse el pañal, esperaremos.

En resumen, veremos si el niño está preparado o no, gracias al aprendizaje y al juego previo de enseñarle a ir al váter. Esto se puede empezar a partir de los 2 años, pero recuerde sin quitarle el pañal. El pañal se retira cuando el niño ha empezado a controlar. Antes de los 2 años, no nos lo plantearemos a no ser que el niño muestre un especial interés y al probarlo haga pipi.

¿Hay una época del año mejor que otra?. No. Hay la comodidad de los padres por limpiar y quitar más o menos ropa. La mejor época es cuando el niño está preparado y muestra interés, ya sea en plena navidad o mes de agosto.
Muchos padres empiezan en verano antes de cumplir los 2 o los 3 y el niño se presenta en el cole sin pañal y sin ningún tipo de control de esfínter. Si durante el verano, realmente ha visto a su hijo preparado y éste ha mostrado interés, es el momento, pero no lo haga porque crea que así cuando empiece el cole ya irá sin pañal. 
Este proceso es un trabajo que se ha de empezar desde casa y si tenemos dudas, es mejor hablar con la educadora. No debemos esperar a que sea el cole quien empiece el proceso. Este tipo de decisiones las toma la familia, aunque las educadoras puedan echarnos una mano.

Tengamos en cuenta que también es todo un aprendizaje para nosotros, los adultos y también cometeremos errores. Lo importante es que aunque es un momento importante para la vida del niño, no debemos girar nuestras vidas entorno a ese tema y más aún si no se consigue o se retrocede. Lo importante es tener en cuenta que a partir de estas edades la autoestima y el autoconcepto del niño empieza a formarse gracias a lo que recibe de su entorno. Y en un primer proceso donde se producirán tantos errores, es importante que siempre estemos ahí para recordar y recalcar sus éxitos y apoyarle cuando no lo consiga. El niño debe percibir que lo que hace bien, por pequeño que sea, lo hace muy bien. Recordemos que gestos aparentemente sin importancia para nosotros, para ellos son grandes retos (por ejemplo no le felicitamos el día que solo ha tirado 1 vez de la cadena porque es lo que llevamos diciéndole tanto tiempo y es lo que debe hacer. ¡Error!. La observación de cualquier conducta positiva y constructiva para felicitarle y el apoyo con la explicación o la rectificación cuando cometa errores son la clave para que el niño se sienta querido, seguro y construya un concepto de sí mismo sano y equilibrado.



 Mª Carmen Pedrosa Barrios



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