Hace poco asistí a un seminario sobre un caso
clínico de fibromialgia en ISEP. Acudí para ofrecerle a mi experiencia
subjetiva los datos o visión de una experta en el tema. Tengo la suerte de no
padecer esta enfermedad aunque sí vivirla de cerca como un gran muro que
distorsiona emociones y realidades.
La psicóloga experta podía generalizar varios
puntos clave a un sinfín de casos que llevaba en un hospital de Barcelona. Algunos
de estos puntos clave eran:
-Acontecimiento vivido como
traumático, en la mayoría de casos durante la infancia.
-Un egocentrismo basado en el
dolor físico y psicológico subjetivo. Entiéndase la palabra egocéntrica sin
connotación negativa o como juicio de valor, sino como una visión que tiene el
paciente de su vida como distorsionada y centrada en su propio dolor, que le
impide salir de ese círculo vicioso.
-Distorsiones cognitivas y
emocionales de la realidad. Perciben el mundo a través del filtro del dolor
continuo y muchas veces insoportable, lo que acaba en una interpretación
errónea o muy distante de la realidad o de lo que la mayoría perciben.
-Patologías asociadas como
depresión, insomnio, agorafobia, trastorno por ansiedad…
- Vivencias repetitivas de errores
en diagnósticos médicos, tanto en el diagnóstico de la enfermedad, como posteriormente
cuando surgen otras complicaciones y la medicina lo achaca todo a la misma
fibromialgia. Arrastrando el paciente posibles y reales lesiones que agravan su
estado físico y psicológico.
- Sentimientos de frustración e
incomprensión por parte del paciente y la misma familia, que no comprenden la
enfermedad y no disponen de herramientas ni recursos para saber tratarla.
Pero mi duda seguía ahí: ¿se trata de una
enfermedad que se genera a nivel biológico afectando después a nivel
emocional?. ¿O bien a partir de un acontecimiento traumático no gestionado, no
superado, se somatiza a través de esta enfermedad?, ¿se retroalimentan el uno
al otro?.
Una cosa sí dejó clara la psicóloga. Aunque
se habían encontrado ciertas alteraciones químicas, en sangre, tejidos, células,
etc… no había pruebas que demostraran el origen o la causa de esta enfermedad.
¿Por qué no entonces dejar la química para los médicos y centrarnos en lo que
sí puede ofrecer cambio en la calidad de vida de estos pacientes, como el tratamiento psicológico?.
¿Cómo podría ayudar a estos enfermos la
teatroterapia?. De entrada las personas con fibromialgia tienen una necesidad
constante de verbalizar y expresar su malestar. Es posible que la teatroterapia
pudiera ofrecerles estrategias y recursos para expresar este malestar de otras
maneras, o incluso canalizarlo y transformarlo en otra cosa. La necesidad
incesante de explicar el dolor que sienten no hace sino cargar al cerebro de
mensajes negativos que estoy segura condicionan la no mejoría de la persona.
¿Podríamos canalizar esa expresión del dolor
mediante alguna expresión más creativa como el dibujo, la escultura o el
teatro?. ¿Sería posible materializar el dolor y hacerle mantener una charla con la
persona?. ¿Y a través de la expresión corporal, teatralizar el dolor, y usarlo como objeto o cómo sujeto?. ¿Conseguiríamos de esta manera tenerlo y
controlarlo en nuestras manos al menos durante un rato?. ¿Serviría de algo el apoyo de un
grupo terapéutico para ayudar a darle cara y ojos a ese dolor?. ¿Podrían revivir la experiencia traumática
desde fuera como observadores?. ¿Sería la teatroterapia una manera de ayudarles a encontrar
nuevas herramientas, estrategias y recursos para sobrellevar mejor el dolor,
para sentirse más comprendidas y hacerse comprender por familiares y amigos?.
¿Se podría conseguir aligerar alguna sintomatología o al menos gestionar el
dolor de otra forma?.
En fin, se abren múltiples posibilidades al
pensar como podría ayudar la teatroterapia a estas personas. Y yo abro mi mente
y mis posibilidades para quizá plantearlo, materializarlo y llevarlo a cabo.
Por Mª Carmen Pedrosa